sábado, 15 de junio de 2013

Su vaca y él

Uno de esos libros que siempre recomiendo es la recolección de memorias de Pablo Neruda que lleva por título "Confieso que he vivido" y a fe mía que, una vez leído el libro, el título parece inmejorable. Como es bien sabido, recoge el poeta diversas historias que abarcan buena parte de su vida. Una de esos episodios, en el que narra su relación con Omar Vignole siempre me ha parecido especialmente divertida y he tratado de escarbar un poco en internet por aquello de corroborarla. Curiosamente, lo que aparece en casi todos sitios son la palabras que Neruda le dedica, así que las copio aquí por si alguien no las conoce o las tiene olvidadas (y también porque puede que alguien encuentre que el Nobel chileno escribe mejor que yo):


En Buenos Aires conocí a un escritor argentino, muy excéntrico, que se llamaba o se llama Omar Vignole. No sé si vive aún. Era un hombre grandote, con un grueso bastón en la mano. Una vez, en un restaurant del centro donde me había invitado a comer, ya junto a la mesa se dirigió a mí con un ademán oferente y me dijo con voz estentórea que se escuchó en toda la sala repleta de parroquianos: “¡Sentáte,Omar Vignole!”. Me senté con cierta incomodidad y le pregunté de inmediato: “¿Por qué me llamas Omar Vignole, a sabiendas de que tú eres Omar Vignole y yo Pablo Neruda?”. “Sí, me respondió, pero en este restaurant hay muchos que sólo me conocen de nombre y, como varios de ellos me quieren dar una paliza, yo prefiero que te la den a tí”.
Este Vignole había sido agrónomo en una provincia argentina y de allá se trajo una vaca con la cual trabó una amistad entrañable. Paseaba por todo Buenos Aires con su vaca, tirándola de una cuerda. Por entonces publicó algunos de sus libros que siempre tenían títulos alusivos: Lo que piensa la vaca, Mi vaca y yo, etcétera, etcétera. Cuando se reunió por primera vez en Buenos Aires el congreso del Pen Club mundial, los escritores presididos por Victoria Ocampo temblaban ante la idea de que llegara al congreso Vignole con su vaca. Explicaron a las autoridades el peligro que les amenazaba y la policía acordonó las calles alrededor del Hotel Plaza para impedir que arribara, al lujoso recinto donde se celebraba el congreso, mi excéntrico amigo con su rumiante.
Todo fue inútil. Cuando la fiesta estaba en su apogeo, y los escritores examinaban las relaciones entre el mundo clásico de los griegos y el sentido moderno de la historia, el gran Vignole irrumpió en el salón de conferencias con su inseparable vaca, la que para complemento comenzó a mugir como si quisiera tomar parte en el debate. La había traído al centro de la ciudad dentro de un enorme furgón cerrado que burló la vigilancia policial.
De este mismo Vignole contaré que una vez desafío a un luchador de catchascan. Aceptado el desafío por el profesional, fijó la noche del encuentro en un Luna Park repleto. Mi amigo apareció puntualmente con su vaca, la amarró a una esquina del cuadrilátero, se despojó de su elegantísima bata y se enfrentó a “El Estrangulador de Calcuta”. Pero aquí no servía de nada la vaca, ni el suntuoso atavío del poeta luchador. “El Estrangulador de Calcuta” se arrojó sobre Vignole y en un dos por tres lo dejó convertido en un nudo indefenso, y le colocó, además, como signo de humillación, un pie sobre su garganta de toro literario, entre la tremenda rechifla de un público feroz que exigía la continuación del combate.
Pocos meses después publicó un nuevo libro: Conversaciones con la vaca. Nunca olvidaré la originalísima dedicatoria impresa en la primera página de la obra. Así decía, si mal no recuerdo: “Dedico este libro filosófico a los cuarenta mil hijos de puta que me silbaban y pedían mi muerte en el Luna Park la noche del 24 de febrero”.

Unas pequeñas puntualizaciones al maestro Neruda: parece ser que no era Viñole (así suele venir escrito su apellido y considérese esta la primera puntualización) agrónomo sino veterinario. Respecto a su muerte fue en 1967 (había nacido en 1904), no mucho antes que el chileno y, por si a alguien le interesa, en varios blogs se encuentran críticas de sus libros que parece que no interesaron mucho en su época y que aún interesarían menos ahora.

Si a estas alturas queda alguien muy, pero que muy interesado, aún le puedo dar alguna referencia más. Por ejemplo, en esta página se pueden encontrar cuatro libros de Vignole, entre los que está el que muchos dicen que es su mejor obra "El hombre que se depiló la ingle" (yo más bien diría la menos mala) y en esta otra página dan reseñas (incluso parece que se han leído los libros) a tres de sus obras: "La camiseta del jefe de policía", "El hombre de la vaca" y "Canto al gran matarife".


Por último, si alguno se anima a leer alguna de sus obras, que sepa que es bajo su entera responsabilidad y le comunico que no es necesario que comparta sus impresiones conmigo: avisados estáis.