domingo, 10 de mayo de 2015

La importancia de una guerra

Dentro de unos días (al menos para el que esto escribe) vuelvo a cruzar el Atlántico por quinta vez en lo que va de año y algo que seguro que no se me olvidará en mi equipaje son mis auriculares que cancelan el sonido ambiente: son algo realmente maravillosos para viajar, sobre todo en los viajes largos y te reducen en mucho la fatiga que el continuo ronroneo, por llamarlos de alguna forma, de los motores produce y hace que llegues llegues al otro lado del charco tan fresco como viajar como sardinas en lata permite. Lo curioso es que esos auriculares recogen las ideas que se desarrollaron para permitir comunicaciones seguras entre diversos líderes de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
"SIGSALY" de http://www.nsa.gov/public/publi00007.cfm, originlamente publicada en  http://en.wikipedia
Aunque parece ser que han conseguido miniaturizar un poco todo el sistema si nos atenemos a la imagen de arriba. Efectivamente, el sistema SIGSALY lo que hacía era añadir mucho ruido de forma artifical a las conversaciones telefónicas que mantenían Roosevelt, Eisenhower, MacArthur y Churchill (estos eran los que tenían acceso a las unidades instaladas, por cierto, el de Churchill estaba en el sótano de unos grandes almacenes), ese ruido hacía imposible entender lo que se hablaba excepto si disponías exactamente la información de dicho ruido, en cuyo caso podías aislar la auténtica conversación eliminando dicho ruido. Era distinguir la señal del ruido según Claude Shannon, uno de los teóricos del sistema y padre de la teoría de la información. En el mismo proyecto participaron gente como el propio Alan Turing y todo él estuvo muy entroncando con el nacimiento de los primeros ordenadores.
Mi pequeña maravilla viene a hacer lo mismo: recoge el sonido ambiente y me lo anula para mis descanso y así poder aislarme durante las horas que dura el viaje.
Todo esto se me ha venido en mente porque alguien preguntó en Twitter cuál era la guerra más importante que ha existido:


Un alumno de ella (seguidla, es una persona muy interesante) decía que la Segunda Guerra Mundial es la más importante porque es la que mayor número de muertos ha tenido y ella, con toda la razón, decía que le parecía un argumento muy simplista y pedía ayuda al respecto. La gente le ha dado todo tipo de respuesta para tratar de evitar de decir lo que todos pensamos: la Segunda Guerra Mundial ha sido la más importante, y no es despreciable el argumento de los millones de muertos que causó. Pero también el desgarro de las atrocidades cometidas, como estas están más documentadas que en ninguna otra guerra, la lucha ideológica que supuso y cómo cambió la forma de pensar durante varias generaciones.
Pero no son esos los argumentos que yo quiero utilizar, mi opinión es que la Segunda Guerra Mundial cambió como ninguna otra la vida de todos los habitantes del planeta como ninguna lo ha hecho y que sus efectos perduran más de lo que han perdurado los efectos de ninguna otra y seguirán estando presentes durante muchos años.
En todas las guerras, aunque siempre se destaca el valor y el arrojo, la tecnología ha jugado un papel predominante, no son pocos los ejemplos en los que un ejercito tecnológicamente superior se ha impuesto debido a dicha ventaja (y son muy pocos los que el factor decisivo fuera la valentía de unos pocos). Pero en la Segunda Guerra Mundial la importancia que se le dio a la tecnología alcanzó cotas desconocidas hasta entonces. Multitud de inventos, desarrollos, tecnologías y hasta ciencias completas deben mucho al esfuerzo desarrollado durante dicha guerra en la que nacieron los primeros ordenadores, pero no solo eso: la investigación operativa, la criptografía, la meteorología, la ciencia de la información que hemos mencionado antes y un largo etcétera deben mucho al esfuerzo bélico. Y todas ellas son disciplinas que nos afectan en nuestro día a día (en alguna medida, todas están presentes en nuestros teléfonos, por ejemplo), que nos permiten que el trafico aéreo sea más seguro gracias a los radares y más rápido gracias a los motores a reacción (a chorro que se decía cuando yo era pequeño). Podría hacer una lista mucho más grande, pero repito: no creo que ninguna guerra se acerque en los cambios que la Segunda Guerra Mundial ha supuesto en el día a día de todos los habitantes del planeta setenta años después de finalizada.
Naturalmente, no digo que esos avances no se hubieran producido sin la guerra, pero sí es evidente, tal y como queda de manifiesto en la fantástica biografía de Turing por Andrew Hodge, que el esfuerzo bélico supuso que se eliminaran muchas trabas burocráticas y que se destinaran muchos recursos al desarrollo de avances científicos y tecnológicos que una vez terminada la guerra no recibieron tanto apoyo.
Tampoco trato de justificar la bondad de una guerra en la murieron tantos millones de personas y en la que se cometieron tantas atrocidades, al fin y al cabo, la guerra que más impacto te causó es aquella en la que perdiste a la persona que amabas y nada puede compensar dicha pérdida.
Y recordemos lo que dijo Albert Einstein (sí, parece ser que esto sí lo dijo de verdad él): «No sé qcon qué armas se luchará en la Tercera Guerra Mundial, lo que sí sé es que en la Cuarta se luchará con piedras y palos»,