martes, 5 de abril de 2016

A China sin palo selfie. Día 4

Si en vez de seguir leyendo estas pobres líneas que tan torpemente intenta pergeñar este humilde cronista, mis amables lectores van al final del texto donde aparecen las fotos, los más sagaces entre ellos ya se barrutarán por dónde hemos estado hoy.
Supongo que es ineludible una visita a la Muralla China y realmente merece la pena: tanto la obra en sí como el paisaje en el que se enclava son realmente impresionantes. Al menos, el sector que hemos visitado hoy, porque la Gran Muralla no es una muralla, sino muchas y porque si sumamos todos los sectores parece que se sobrepasan los 20.000 km (y no, no se ve, ni mucho menos, desde la Luna).
Después de mucho estudiar, decidimos que íbamos a visitar el sector de Mùtiányù, porque es fácilmente accesible y mucho menos turístico que Badáling. Creo que hemos acertado, no había nada de aglomeraciones y no hemos tenido que hacer ninguna cola. nuestra idea era ir hasta cierta estación de autobuses y desde allí seguir la ruta que nos proponía una de nuestras guías, así que tomamos un taxi en el hotel y le dimos la dirección de dicha estación. Al poco de ir en marcha, el taxista cogió su móvil, dijo algo (en chino) y nos lo enseñó, el móvil, y así vimos una traducción al inglés de lo que acababa de decir. Nos preguntaba que si íbamos a Mùtiányù a ver la Muralla y le dijimos que sí a lo que él se ofreció a llevarnos (ya contábamos con esa opción), naturalmente él sabía que nosotros conocíamos un medio para ir, que no estábamos desesperados por encontrar transporte, así que nos dijo un precio bastante razonable (por lo que hemos leído en guías y foros), aún así le regateamos un poco y rápidamente llegamos a un acuerdo: teníamos transporte privado hasta la Gran Muralla.
Después de unos 90 minutos, llegamos al pueblo, o conjunto de bares y tiendas para turistas y enseguida se ve que para llegar a la Muralla hay que subir mucho, mucho, mucho, así que lo mejor es recurrir a las ofertas que te dan para llegar allí, con un autobús que te deja más o menos cerca y después un telesilla hasta la misma muralla. Una vez allí lo obligatorio es darse una buena caminata (las subidas y bajadas muy empinadas son continuas) y admirar la obra y el paisaje. Cuando ya llevábamos un par de horas, se trata de bajar y no se hace con el telesilla, sino que te montas en un carrito que baja por un tobogán: muy divertido.
De vuelta a Beijing llegamos aún a hora de comer y le pedimos a nuestro taxista, con el que hemos mantenido una conversación de política utilizando los traductores de los teléfonos, que nos llevara a Qian Men porque habíamos visto por allí muchos restaurantes de pato pequinés. Dicho y hecho: fantástica comida.
Después nos hemos dividido: yo me he vuelto andando hasta el hotel y el resto de la tropa se ha quedado por la zona porque querían ver tiendas.
Mi paseo (de más de una hora), me ha permitido ver múltiples ejemplos de las tendencias chinas en el vestir. Digamos que su gusto es distinto. Naturalmente, en una ciudad tan grande y en buena medida occidentalizada como Beijing podemos encontrar de todo, pero digamos que si nos salimos de lo que se ve comúnmente en cualquier calle europea, vemos que una tendencia en las mujeres chinas es la de vestir de negro con un texto en blanco grande y llamativo. Se supone que dicho texto debería estar en inglés, pero solo puedo decir al respecto que o los diseñadores, los vendedores o las compradoras podrían haber preguntado a alguien que tuviera alguna idea. En general, los chinos confían ciegamente en los traductores automáticos y podemos leer textos tan crípticos como: "Yours different opinions are". Esto o bien es un pensamiento confucianista muy profundo que no alcanzo a comprender o es una gran cagada (y más bien me inclino por la segunda opción).
Respecto a ellos, es normal verlos también vestidos de negro con alegres motivos florales que le adornan el pecho y las mangas, ornamentación que se repite en los perniles de los pantalones, siendo un vivo ejemplo de que conjuntado y elegante no son sinónimos.

PS: Es muy posible que mañana me sea imposible escribir mi crónica: dejamos el hotel por la mañana y por la tarde tomamos el tren nocturno hacia Xian.

Se sube por este telesilla













Vuestro humilde cronista
























Nuestro pato. Por cierto, no sabíamos cómo comerlo y nos tuvieron que dar las instrucciones precisas




7 comentarios :

  1. Hola Alberto, precioso día también el de hoy. Mañana echaré de menos tu esperada crónica. Saludo a los chicos y un beso para Pedro. Que experiencia tan fantástica.
    Que disfrutéis de la siguiente etapa del viaje.
    Un abrazo y hasta la próxima.
    Ana

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    1. No te preocupes, que supongo que pasado mañana podré narrar la crónica de los dos días. Le mando el beso de tu parte

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    2. Se me olvidaba: muchas gracias por tus comentarios.

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  2. Buenos días Albertos, aquí uno de vuestros seguidores esperando nuevas crónicas. Hasta entonces, seguir disfrutando de este maravilloso viaje.

    Un abrazo y a la próxima.
    Mory

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    1. La próxima vez te tienes que venir, Mory. Manda besos a todos.

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  3. Totalmente de acuerdo: el pato pequinés está delicioso y la bajada de la Murralla es divertidísima. Muchas veces me he preguntado yo si el llavero que tenemos Álbaro y yo en casa con alfabeto japonés realmente pondrá "felicidad"??!! Besotes y me alegra ver lo que estais disfrutando el viaje. Vais a ir a 香格里拉 ?? Nosotros nos alegramos mucho de haberla visitado. Besos

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    1. Estoy seguro de que más de uno tiene tatuado algo asó como "dos pantalones por el precio de uno". No, nos da para desviarnos tanto, desde Guilin tiramos para Hong Kong y ya de vuelta.

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